La primera red social
Es una pasión que comenzó con la radio y sobrevive a toda moda y tendencia. Permite la comunicación y los intercambios de información, costumbres y entusiasmo entre puntos distantes. Hoy la Argentina cuenta con 13 mil fanáticos con licencias vigentes. Tal como relatan Carlos Ulanovsky, Marta Merkin, Juan José Panno y Gabriela Tijman en Días de radio, en Buenos Aires existían radioaficionados desde 1910, “año en que [Guillermo] Marconi llegó a la Argentina y desde la ciudad de Bernal, por entonces pleno campo, se comunicó con bases ubicadas en Canadá e Irlanda”. Y a mitad de esa década, jóvenes radioadicionados de Buenos Aires, Santa Fe y Mendoza constituían “una especie de hermandad que se comunicaba noticias, entablaba charlas a distancia y hasta se intercambiaba pequeños recitales en piano o violín”, en palabras del periodista Manuel Ferradás Campos.
No la crearon técnicos ni ingenieros, sino médicos. Enrique Susini (25), otorrinolaringólogo, y su sobrino Miguel Mujica (18), César Guerrico y Luis Romero Carranza (ambos de 22), estudiantes de Medicina, inventores natos y seguidores de todas las novedades tecnológicas en Estados Unidos y Europa, conformaron el grupo original. La radio, el medio más económico y popular, fue cimentado por hijos de familias acomodadas porteñas de Barrio Norte que buscaban hacer llegar la cultura y las artes. El grupo de Susini tuvo la primera licencia de la radiodifusión nacional: LOR Radio Argentina, con la que solían salir desde teatros.
Agustín Espada, becario doctoral del Conicet en la Universidad de Quilmes (UNQ), especializado en la radio, destaca la discusión que dan los radioaficionados cuando el medio empieza a tener mayor masividad, a fines de los 20 y principios del 30: “Veían a la radio con un objetivo cultural y social, incluso con una mirada un poco elitista, como un rol de ‘educar’ a esa sociedad argentina que vivía un fuerte proceso de inmigración, que buscaba una identidad propia, y que además tenía una tasa de alfabetización muy baja”. El resultado, comenta Espada, fue negativo para los radioaficionados, y la radio se terminó volcando por el modelo comercial de broadcasting estadounidense basado en el ingreso publicitario y el entretenimiento.
“La radioafición fue, en el mundo en general y en la Argentina en particular, la base y semillero de los descubrimientos y adelantos técnicos que permitieron desarrollar la radiocomunicación”, destaca Juan Ignacio Recabeitia. Es titular de Radio Club Argentino (RCA), creado por 76 aficionados en el Salón de Actos del diario La Prensa el 21 de octubre de 1921. El cuarto en todo el mundo. La primera Convención Argentina de Radioaficionados ocurrió en marzo de 1948, y dos años más tarde el Congreso declaraba la actividad de interés nacional.
Actualmente hay 13 mil radioaficionados con licencias vigentes, la mayoría en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y CABA, que integran unos cien radioclubes repartidos en todo el país. Los radioaficionados nunca se extinguieron, aunque están en baja: en 2008 eran 23 mil. Realizan encuentros, concursos, actividades de campo, pruebas de equipo, y se ayudan a avanzar en estaciones de radio de campaña. Entre las reglas figuran que no se hable de religión ni política y que no se busquen comunicaciones para sacar provecho económico, previendo sanciones que aplica el Enacom. Un equipo básico de comunicación local puede costar tres mil pesos, y para larga distancia, los nuevos superan los dos mil dólares.
La edad promedio de los radioaficionados con licencia ronda los 55 años. “Se distingue un fenómeno particular –destaca Recabeitia–, muchas personas llegan a la actividad en los primeros años de su juventud, luego hacen un paréntesis para ocuparse del trabajo y la familia y retoman a mayor edad, cuando sus obligaciones disminuyen. Por eso es importante distinguir ‘radioaficionados con licencia’ de aquellos que son radioaficionados por vocación, que son muchos más”.
Nota escrita por Gustavo Sarmiento. https://carasycaretas.org.ar/2020/08/10/la-primera-red-social/
¿Qué es la radioafición y por qué es importante conocerla?
Por Damián Lencina
Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el radioaficionado es el individuo debidamente autorizado que se interesa en la radiotecnia con carácter exclusivamente personal y sin fines de lucro; y que realiza actividades de instrucción, intercomunicación y estudios técnicos. Ser radioaficionado es promover una actividad radial y radiotécnica en un ambiente controlado con personas capacitadas para realizarla. Más allá de su definición formal, la radioafición es considerada por muchos un hobby con cierta utilidad personal. Particularmente, involucra en sus participantes el ejercicio de la memoria, la comunicación y la convivencia social en un determinado espacio: los radio clubes.
Esta actividad tiene las modalidades: fonética o telegráficamente. La primera es a través del habla, y la segunda, por medio de puntos y rayas (el código morse – CW). En nuestro país, como forma de sociabilizar con otros radioaficionados y radio clubes se organizan concursos por parte de los radio clubes y el ENACOM, el ente de telecomunicaciones argentino. Esto consiste en juntar la mayor cantidad de contactos hechos en un tiempo determinado, en los que pueden participar todas las categorías de radioaficionados. Existen cuatro categorías: novicio, general, superior y especial. La categoría novicio es la primera e inicial en los radioaficionados; la general es la segunda, cumpliendo los tres años como novicio; con tres años más de antigüedad a la anterior se le otorga la categoría superior, quienes deben rendir exámenes complejos; y por último, la especial, que se le otorga a los radioaficionados con más años en esta actividad.
Una de las cuestiones que más genera interés y capta seguidores sobre la radioafición es la suma utilidad social que toma en casos de extrema urgencia nacional o internacional, ya sea por catástrofes naturales, incidentes por guerras o cualquier otro motivo por el cual las comunicaciones o cualquier medio de comunicación convencional suspenda sus funciones. Así, los radioaficionados tenemos por obligación ofrecer nuestra ayuda para llevar información tanto a los ciudadanos como a las autoridades.
Una situación de riesgo de vida se dio a conocer mundialmente: Un velero se quedó sin combustible en el medio del Atlántico. El capitán del mismo era radioaficionado y conocía las frecuencias por las cuales se comunican, mandó mensajes de ayuda y un radioaficionado del Uruguay lo escuchó. Este hombre llamó a la Prefectura y pudo rescatar a los que se encontraban flotando en el medio del océano. Los conocimientos que cobran valor son sobre las bandas de radioafición, es decir las frecuencias por las que pueden comunicarse los radioaficionados, el saber colocar las antenas o fabricarlas y saber operar en cualquier momento y forma. Una antena está formada por un material conductor, como una varilla de acero o hierro, y un cable coaxil que va adaptado al Handy o base de comunicación que se usa para comunicar.
En los tiempos actuales de pandemia, el gobierno local impuso una cuarentena a tiempo para frenar los contagios y las muertes. En este contexto, los radioaficionados nos preguntamos ¿qué podemos aportar socialmente? De esta cuestión surgieron propuestas y realizaciones varias, como juegos y concursos de radioaficionados. Además, algunas repetidoras se liberaron, esto quiere decir que son frecuencias especificas por las cuales se puede comunicar más fácil un individuo del otro con la menor potencia, y así las autoridades notifiquen a los ciudadanos qué medidas se deben tomar para evitar contagios, dentro y fuera de las casas. Los activos radioaficionados estamos preparados para encarar un panorama peor del que vivimos. Tenemos las baterías cargadas, las antenas producidas, revisamos los equipos diariamente y siempre informamos con noticias oficiales y chequeadas, ya que nuestro deber es llevar calma y seguridad a cada ciudadano.
La radioafición dijo «presente» en la UNQ
Con el fin de difundir esta actividad en la Universidad, se dieron charlas informativas sobre los orígenes de la radio y como esta fue evolucionando con el correr del siglo XX. El pasado jueves 18 de octubre en la Universidad Nacional de Quilmes, Jorge Viaña y Alejandro Lourido , quienes son radioaficionados (cuyas licencias son LU1DA y LU5DLA, respectivamente) y miembros del Radio Club de la ciudad homónima (LU4DQ), dieron cátedra de la historia de la radio y sobre todo de su hobby: la radioafición.
La exposición se dio dos veces, en primer lugar, para el Proyecto de Extensión Universitaria “Uniendo voces” y luego para el Taller de Periodismo Radiofónico (foto), ambos a cargo de Juan Carlos Benavente, quien además de ser Docente en la UNQ también es radioaficionado (LU8DBS).
El encuentro entre la Universidad y el Radio Club de Quilmes se hizo desear por algunos años, y puede ser el puntapié inicial para establecer una relación entre ambas partes, y que en un futuro cercano la UNQ tenga su propia estación de radio.
Quienes asistieron a la charla se mostraron interesados en la práctica, haciendo constantes preguntas. La más frecuente fue “¿Y cómo se hace para sacar la licencia de radioaficionado?”. Para obtenerla, se debe acercar al Radio Club Quilmes , ubicado en la calle Brown esquina Mármol, donde se dan cursos de técnica y telegrafía, y al finalizarlos, se rinden los exámenes finales. De aprobarlos, solo queda esperar a que el ENACOM (Ente Nacional de Comunicaciones) otorgue la licencia.
En Argentina existen 195 radioclubes que conglomeran cerca de 18 mil radioaficionados, que como Jorge y Alejandro definieron,
son “locos por la radio”.